ODA A MI CAMA...

Ayer me di con mis amigos a la tertulia, fue jueves, quería desahogar ciertos menesteres personales, la noche paso tan rápido en una charla tan amena, que cuando menos me di cuenta mi despertador sonó a las 5:30am, que es la hora a la que habitualmente me despierto para comenzar mis actividades diarias…

Y bueno, el resto ya lo saben –o deberían imaginarlo- tome mi carro, maneje directo a mi casa, me metí a bañar y salí inmediatamente a un día mas de trabajo, son casi las 12 de la tarde y desde las 7 de la mañana he tenido una batalla constante contra Morfeo que me ordena explaye mis carnes sobre su regazo y me entregue al placer del sueño… imposible en horas de trabajo, y aunque fuera posible, no sería lo mismo, no descansaría, porque para ello necesito mi cama, y he aquí la razón de mi post, ¿quién le escribe una Oda a su cama? Pues yo, por que tengo una cama que es mágica; no es King-size, ni tiene tecnología espacial con resortes individuales que estimulan partes prohibidas en los hombres, ni se tiende por sí sola, tampoco está hecha con pieles de animales en peligro de extinción; pero, mi cama es mágica, y les diré por qué.

Pocos han sido los afortunados que han tenido la oportunidad de dormir o recostarse en mi cama, y aquellas personas pueden corroborar que una vez que te acuestas en mi cama, esta te absorbe, te abraza con calidez maternal y te envuelve en un manto de ensueños; te da un beso en la mejilla y te susurra con voz de ángel al oído: "bienvenido al mundo de los sueños increíbles, mi más querido amigo. Prepárate para ser el héroe de las más increíbles aventuras que un humano pueda concebir en su imaginación".

Tus ojos se cierran inminentemente, tu respiración se profundiza y tu cuerpo se rinde ante la pesadez. Es como si de la almohada saliera una aguja (como en Matrix) que te inyecta un líquido adormecedor directo en la nuca, pero sin dolor, y tú sientes como a poco a poco el líquido anestesiante recorre cada una de las terminales nerviosas del cerebro estimulándolas con la suavidad y la precisión que tendría una masajista japonesa, hasta que te quedas completamente dormido como si tuvieras un interruptor en "off".

En serio, cualquier hinduista alcanzaría el Nirvana más rápido si se echara de espaldas en mi cama y extendiera sus brazos para descansarlos, (y sin desperdiciar tantos años).

Mi cama es como ir en un avión que ya ha alcanzado los 30,000 pies de altura y al voltear a ver al costado, los médanos de nubes de algodón te llaman para que brinques sobre ellos, y ustedes saltaran desde lo alto rebotando suavemente en ellos. Así es mi lecho, tan fresco, tan suave y tan celestial como las nubes.

En otra analogía, es como si juntaran los senos más bellos, enormes y redondos de toda la industria porno y los pusieran en mi cama para ofrecer mayor comodidad.

A fin de cuentas, el meterme en mi cama mágica es perderme en mis fantasías y anhelos, es alejarme de la realidad que me atosiga día con día... la realidad de mi cruel destino. Es sólo, y nada más que mi cama, la única amiga que puede hacerme olvidar.

Aún más que las actividades onanistas en la madrugada y que la música de Johann Sebastian Bach amenizando mi festín de tacos al pastor subido yo en un ropero para que nadie me pida; prefiero quedarme completamente dormido y soñar, porque cada vez que sueño bien, es como si entrara en un filme holiwoodense que tiene la acción de Spiderman, las mujeres de Brazzers y la magia de Harry Potter envueltas en una ciudad perdida de Indiana Jones. En pocas palabras, me gusta soñar porque en mis sueños soy irresistible, puedo tener a la mujer que desee, las balas me rebotan, soy inmortal, puedo volar y en general soy todopoderoso. Cada proyección visual de mi cerebro está llena de explosiones, diálogos sensuales, balaceras, más explosiones y yo salgo ileso de ellas...

Te extraño cama!!!!