31.12.12

EDICIÓN DE FIN DE AÑO...


Se va un año más…

¿Cuántos asuntos pendientes se quedaron en aquél? No lo sabremos, hasta que el recuento de nuestros éxitos y fracasos los haga volar y los libere como palabras que se prenden al impregnarse y nos los muestre como dicho que se diga mientras se dice, no sólo mientras se piense calladamente, soterradamente, sigilosamente, penosamente.

¿Cuántos sentimientos atrapados, cuántas expresiones apresadas, cuantas palabras calladas, inéditas, innatas, cuántas acciones, cuanta vida se nos quedó en el tintero, cuántas promesas no cumplidas? Un último beso, una despedida, un saludo, una propuesta, una iniciativa, una llamada, una contestación. Un tintero y su tinta. Y en ella, la vida que no fue, como río que subterráneo fluye y no se ve ni se oye porque no se atrevió, porque en esta cueva se quedó.

Un tintero y su tinta que no se acaba, como este año que sí se acaba. Un tiempo que se consumió y consigo se llevó todas las oportunidades, todos los puertos y sus barcas, todas las salidas con sus entradas, todas las ventanas y sus vientos, todos los anhelos que enterrados fueron entre los restos de un suspiro que se nos atoró en un instante, en el del ansia, en el del tren que pasa sin detenerse en la estación de un mundo que se extravió porque un cometa su elipse alteró sin que hiciera nada esperando que todo pasara. Como si fuera el universo, como si de este recinto se tratara.

La vida que pasó frente a nosotros y que la dejamos ir como torero sin capote arrimado al precipicio de no haber hecho lo que se debía. El tiempo no perdona y te dice “éste es el último día de un año más en tu existencia ¿estás listo para el nuevo comienzo? Quizá no estás preparado, pero toda primera vez supone una promesa. Así es, el principio de un todo; el primer día de clases… El primer beso. El primer día en un trabajo nuevo. El primer vuelo en un avión, el primer día de un año que llega… Etc.

Las primeras veces son promesas. Las promesas; esperanza.

El inicio de cualquier cosa en la vida supone emoción, energía, ímpetu. Se trata de los zapatos relucientes, la puntualidad, la simpatía desbordante, el nerviosismo magnífico hasta -al que yo suelo llamar- ' el miedo bonito'. Inicia algo, y todos queremos dar lo mejor de nosotros mismos. Porqué "la primera impresión nunca se olvida".

El curso natural de la vida supone cambios.

Lo mismo pasa con los propósitos de año nuevo. El energético arranque disminuye, fastidia, aburre y se convierte en un pusilánime ensayo que termina, si bien nos va, en el mes de marzo.

A pesar de los cambios inesperados, y las vicisitudes no contempladas; estoy haciendo todo aquello que me propuse. Ni yo lo puedo creer. Y a sabiendas de que tal vez baje la guardia y todo este entusiasmo que raya en lo ridículo me colme de fastidio o derive en un absurdo, quiero proponerme un "no me importa". Eso no me detendrá, el miedo al fatídico final no me detendrá esta vez.

Es claro lo que decía el griego aquel. La vida es un río y sus aguas no son las mismas. Es cierto, pero no es exacto. Metes los pies y sigues sintiendo frío, los mosquitos te saludan y en general te sientes bien. Las aguas no son las mismas, pero el río que es la vida sigue fluyendo y trae todas esas cosas que valen la pena. Los llantos de los bebés, las risas de los niños, el ladrido de los perros...

Los que se han ido nunca regresan, es cierto, otros ocupan sus lugares. Incluso, uno mismo de repente está en el papel de ese ser entrañable al que no se ha dejado de extrañar un solo día. Me gusta saber que hay gente que me extraña, que necesita ver mis ojos, mi sonrisa, escuchar mi consejo y mis ideas locas.

Por eso, ahora hundo mis pies en el río, toco con ellos las piedras del fondo, cierro los ojos y sé que soy parte de la vida de todos los que han convergido en mi existencia.

Eso hace que me sienta contento, muy contento.

Hoy, mirando mi alma veo que tengo que hacer limpieza, es urgente que elimine las cosas indeseables, esos pensamientos desagradables que algunas veces envuelven mi vida. Quiero también limpiar varios tesoros que tengo abandonados….pulirlos y devolverles el brillo de sus años bríos.

Buscar por el fondo de los estantes los recuerdos que no use y no quiero pensar más… Tirar lejos algunos de mis sueños y muchas ilusiones… Tomar esas historias del presente que nunca utilice, risas que jamás compartí… Lanzar lejos la rabia y el rencor, esparciendo las hojas marchitas guardadas en libros que nunca abrí… Y poner a un ladito todo, bien ordenado.

Sacar todas las cosas de mi alma y arrojarlas al suelo, una cosa tras otra…pasiones ocultas, deseos oprimidos, letras horribles y toscas que nunca quise escribir, el sufrimiento de un amigo, recuerdos de días tristes…

Pero sabes… encontré otras muchas cosas…el trino de un jilguero en mi ventana… el nombre de una mujer, cuyas iniciales marcaron mi existencia y la eterna pregunta de lo que habría sucedido si tan solo me hubiera concedido “una oportunidad”… pero el tiempo pasa y no perdona, la vida es un circulo y siempre he tenido la certeza de que el circulo con ella se va a cerrar, para bien o para mal, pero el momento llegará…

Y como soy tan despistado, me fui distrayendo, mirando cada uno de aquellos recuerdos. Rogando a todo dios conocido que algún día ella vuelva por mi o conmigo

 Arrojé a la basura los restos de un amor que me hirió. Otras cosas que aún me hieren, las coloqué aparte. Después veré que hago con ellas, si las olvido o las envío al basurero.

Tome las palabras de furia y de dolor, que estaban en el estante de encima, pues casi no las uso, y las tiré fuera en el mismo instante. Recogí con cariño el amor reencontrado, doblé ordenaditos los deseos, coloqué perfume en la esperanza, pasé un pañito en el estante de mis metas y las dejé a la vista para no olvidarlas.

Estoy dispuesto a perdonar injurias pasadas, confiar en ti, si es que aún amas… pero el amor no se pronuncia, se demuestra en actos simples!!

Coloqué en los estantes de abajo, algunos recuerdos de la infancia, en el cajón de encima… los de mi juventud y colgando enfrente, sí, justo frente a mi cama puse mi capacidad de amar, para ser lo primero que vea justo al levantarme...

Y al terminar la limpieza, recordé que cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida...vale la pena.
"

La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para comprender la teoría del “amar”, pero para triunfar en la vida y para que el amor llegue a nuestras vidas, es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número de gentes.

Gracias A TODOS por estar aquí.

Solo quería enviarles un saludo y agradecer su convergencia en mi existencia… de no ser por lo que todos los días aprendo de ustedes y contigo (la envidia, el ego, la bondad, le serenidad, la calma, la paciencia, el orgullo, la mentira, la lealtad, la honestidad, la belleza, la perfección, la plenitud y mil etcéteras mas) este hato de carne y huesos seria sólo, un hato de carne y huesos… (No es error de sintaxis, es lucidez literaria)

Por eso estoy hoy aquí, gracias y de manera lacónica-sutil perdona mis injurias, agravios y entuertos… a veces solo me resulta mejor ser un verdadero cabrón.

Que la locura se apodere de todos nosotros!!!!
la locura  de la paz, en lugar de la locura de la guerra
la locura  de perdonar, en lugar de la locura de culpar
la locura  de querer ser yo, en lugar de la locura de querer que seas como yo
la locura de amar, en lugar de la locura de poseer
la locura de ser amado, en lugar de la locura de ser poseído
la cordura de sabernos  locos, en lugar de la locura de creernos cuerdos…

Allí está el tintero, pletórico y exhausto. Sólo falta la pluma, la del ganzo, del cuervo, la del cóndor, la de la libertad. ¡Qué venga y que llegue! Que este escondite horade, que esta cueva penetre y fecunde, que esta vida reinvente. Que la pluma venga sin venganza, que nos escriba y describa.

Que venga lo que venga, pero de todo aquello que venga; lo principal seas tú…

Mi pluma, mi estrella. Sólo la pluma que vuela, sólo la pluma que escribe e inscribe, sólo la pluma ligera, la de las palabras totales y torales, la pluma de la vida, la que canta, la que señala, la que ensueña y enseña, sueña y suena, la que en el tintero entra y rescata las oportunidades y los puertos y las barcas y las salidas y las entradas y las ventanas y los vientos y los anhelos y a la que todos nosotros que –colmados de bendiciones que nos ofrecemos- nos asimos como al año nuevo: al tiempo que se reinventa y reclama, como Fénix que no se muere, como Ícaro que no teme al sol, como Prometeo no huye al fuego.
Pluma, hoja y tintero, la pluma tu persona, la hoja mi existencia... el tintero ese frasco "intangible e invisible" que contiene el material que imprime en letras, anhelos, suspiros y enojos, la convergencia de tu vida con la mía.

La pluma, la misma pluma que nos hace volar escribiéndonos en la faz de este tiempo que se renueva, como año nuevo, como ganas de empezar otra vez, pero esta vez mejor, esta vez más ligeros, esta vez más alegres, como hombres y mujeres de buena voluntad. Así sea y que el tintero y su pluma les bien digan. Porque hoja, sin pluma y sin tintero es hoja que se lleva el viento.

Que venga lo que venga, pero de todo aquello que venga; lo principal seas tú…

En palabras menos literarias y complejas, TE EXTRAÑO, vaya que te extraño.

FELIZ AÑO NUEVO A TODOS… o lo que sea que más les convenga.

TECUAN

21.12.12

MILAGROS Y FIN DEL MUNDO... (Nada que ver)


Creo que ya les había contado que tengo esa mala costumbre de activar el “modo crucero” cuando las cosas andan de un modo inefable, esto es; cuando mi estado mental y/o emocional, carecen de niveles adecuados que me permitan lograr algún tipo de convivencia con simples mortales (como ustedes), pues mi instinto de supervivencia, mi instinto “animal” me obliga a huir, me aleja y escapo a “otros mundos”, a otras realidades, a nuevos aires que le den la calma a mi mente y a mi pensar para encontrar un equilibrio que me permita volver a estar entre (todos ustedes) simples mortales y terrícolas desperdiciados…

Recientemente esa necesidad de abrazarme a la soledad se ha vuelto imperativa ya que hay cosas a las que mi mente -mi corazón incluso-, se resisten entender o me niego darles libertad de hacer, y ante la impotencia de no poder controlarlas he descubierto que el mejor remedio para enfrentar las cosas (aunque parezca lo contrario) es tomar una ruta de escape y auto liberarme, encontrarme con aquel ser misterioso que muchas veces toma mis decisiones, controla mis pensamientos y a la vez pedirle ayuda para dilucidar mis ideas. (¿Dios?… tal vez, si gustan llamarle así al creador intelectual de esta aventura que le ocurrió al Tecuán)…

Pues bien, déjenme contarles una aventura muy interesante que ha puesto en alerta mis instintos e ideas respecto a las fuerzas “ocultas y misteriosas” que rigen o deambulan en nuestro devenir sin que nos demos cuenta, hasta de repente por alguna circunstancia; se manifiestan, por error o a propósito pero se manifiestan y ¿uno que hace cuando le toman por sorpresa? Hay de dos sopas;

1.- te cagas y huyes
2.- observas, analizas y creas un post

Yo opte por lo segundo…

Esos días eran propicios días de descanso (obligado), tome mi mochila, mi cámara y mi celular con un buen repertorio de música, los restos de dinero que me quedaban y hui…

Transición… (Música de viajero con mochila al hombro)

Una vez conseguido el primer objetivo; avieso tomo mi vehículo y comienzo a conducir sin rumbo fijo… (Suena muy mamón, pero las mejores experiencias me han ocurrido cuándo he dejado fluir la improvisación) ensimismado en los mismos pensamientos de los días recurrentes, sus palabras taladraban mi cabeza constantemente;

-      "Qué poca madre Jesús!! Déjame en paz, no me busques más, no quiero verte más, no confío en ti… ojalá aprendas la lección!!!!"

Tales frases taladraban una y otra vez mis oídos, retumbaban en mi mente como en una sala de audio con acústica perfecta haciendo eco en todos los rincones, en toda su periferia… intentaba soslayar esos pensamientos con la música contenida en mi Blackberry de Nextel, já, (lo siento, me pagan por el comercial)

…no me di cuenta en qué momento la carretera, dejo de ser carretera y se volvió autopista, la mañana se volvió atardecer, el vehículo seguía consumiendo combustible y kilometraje, la tarde se volvía noche, después de un par de horas de seguir avanzando el sueño fue vencido con música de Led Zeppelín, Black Sabbat, Kings of Leon y aquellas canciones que me ha enseñado la vida en momentos estratégicos, más de ocho horas de camino, sin escalas, clima seco, mucho calor, peñascos, cumbres, mucho frio, lluvia intensa, granizo en algunas partes y tempestad infinita por otras, deseando con todo el corazón estar ahí en medio de la tormenta, sí; quisiera salir y recibir toda la furia de la tormenta directo en mi pecho, que su ira chocara contra la mía, que el peso y la temperatura fría del agua calmaran este dolor que recorre mi pecho y mi estómago, volviendo la respiración dolorosa e insoportable… Sería como darle la cara a dios y preguntarle de una buena vez lo que siempre he querido recibiendo una respuesta instantánea.

No obstante, me causan algo de temor los rayos, no por la descarga eléctrica que conlleva, sino que, no sé cuándo van a caer ni en dónde. No es el estruendo ni el choque, es la incertidumbre de algo que me podría hacer daño, me gusta tener el control de las cosas que creo que representan un peligro para mí. Supongo que se podría aplicar también esa teoría en mis relaciones sentimentales…

Fue precisamente el estruendo de aquellos relámpagos los que me regresaron de la fantasía de enfrentarme a la tormenta, retar a Dios y obtener respuestas, como aquella escena en “Forrest Gump” dónde el Teniente “Dan” encara a Dios envueltos en aquel Huracán que sobrevivieron y les trajo fortuna…

Sueños, sueños y más sueños…

Pero los sueños se ven una vez más interrumpidos por el anuncio de la llegada a mi destino no previsto… el clima es perfecto en esta temporada del año, simplemente en esta región el clima es el que se le da la gana, la humedad es densa y el calor solo es un buen compañero de viaje, no te exige nada. A las primeras horas de una madrugada fresca salgo del auto, sigiloso, atento, el estado es hermoso mas no todas las personas que habitan ahí lo son…

¿En dónde estoy?

Recibo múltiples ofertas de transporte, hospedaje “económico” y planes turísticos a las zonas más “distinguidas” de aquellos lugares, pero ninguno me atrae ya que es imprescindible aquella sensación que otorga el estar completamente solo, excepto con los árboles, las aves, un río caudaloso quizá y aunque esta vez no estarán conmigo, aquellos cuervos en los árboles celebrando su libertad y aquel curioso perro"sonriente" del que no he vuelto a saber en largo rato.

Aquel encuentro con lo desconocido en esas tierras hermosas, rodeado de gente buena y no tan buena me inspiran, mis musas dormidas por no se cuanto tiempo comienzan a despertar y regalarme frases enlazadas, tomo mi cuaderno y comienzo a escribir sentado en una banca de un parque no muy conocido ni concurrido y es así como escribiendo esto que ahora estas leyendo, pasan las horas de aquella mañana cálida y amistosa…

La tarde llega, el sol comienza a ceder y mis penurias son saciadas, reviso y corrijo los detalles detectados en toda esa sarta de ideas impresas, leo en voz alta y me convence la trama, irónico habría sido que alguna de las aves que se encontraba volando en aquel parque cagara sobre mi libreta de ideas manifestando su punto de vista sobre las cosas ahí escritas… la simple idea de que eso ocurriera me regreso a la realidad, tomo mis cosas, ¿cuanto tiempo ha pasado desde que me deje llevar por las musas de la palabra?

Es tarde ya, seguí caminando, buscando algún alojamiento acorde a mi presupuesto y estado emocional. Y es aquí donde comienza la verdadera travesía del Tecuan…

¿Les dije al principio que no llevaba “suficiente dinero”? creo que sí, revise mis bolsillos, hice un balance de entradas y salidas, ninguna entrada de dinero, solo salidas; entre gasolina y casetas apenas tenia lo justo para regresar y en dado caso, emplear a la “diabla”, mi camioneta, como habitación para pasar la noche, no sería la primera vez, pero la idea de las dos veces que fui victima de la delincuencia me hace dudar, sé en que estado de la república estoy pero no tengo idea del municipio, es nuevo para mí y no quiero arriesgarme, es hora de regresar.

Retomo el camino de regreso a la cuidad de México, tomando en cuenta el tiempo que me tomo llegar ahí y considerando la hora de volver; calculo que estaré en la ciudad de México nuevamente a tempranas horas de la mañana, ¿qué más da? ya tengo lo que quería, inspiración para escribir una entrada más y alimentar mi blog y este insaciable ego por ser escuchado, por darme a conocer…

Esta vez, el camino de regreso me cobro nueve horas de valioso tiempo, el sueño era fulminante a esas horas de la madrugada, manejo en un estado crítico y peligroso, me dejo llevar por las avenidas que se ven menos transitadas y no sé cómo, ni en que momento tome la desviación que me condujo a un lugar emblemático de la ciudad de México; Xochimilco.

Llegue al centro, donde esta el mercado y llegue a la hora en que apenas comienzan a salir los comerciantes, encontré un buen lugar para estacionarme y poder dormir un par de horas antes de terminar en tragedia mi aventura… motor apagado, ventanas cerradas, seguros activados, cosas de valor o llamativas bien escondidas, a dormir; hasta que la asfixia por el calor de un sol que aun no se atrevía a salir no me lo permita más…

Duermo un par de horas, me despierta el ruido de la gente, ya esta bien entrada la mañana y las actividades de comercio, comienza la verdadera travesía, salgo del auto, sin mi cartera, sin mi cámara, sin el celular… todo parece irse “elucubrando” para concebir una verdadera novela de misterio.

Siempre he creído que la ciencia parte del supuesto, más o menos disfrazado, de que todas nuestras experiencias “extraordinarias” pueden explicarse en términos lógicos o científicos. Por su parte, la obligación moral nos exige que seamos veraces en nuestras declaraciones. De hecho, la ley lo exige. Estas dos últimas afirmaciones entran en contradicción con la primera. Por lo tanto, la ciencia nos exige la insinceridad.

Precisamente con esto que digo trataré de explicar lo antes expuesto. Al tomar camino entre calles y callejones, viveros y embarcaderos, después de un buen rato de haber analizado lo escrito, mi instinto aventurero me llevó a un barrio desconocido (para mí, por supuesto). La capilla de esa localidad no es diminuta, pero tiene el encanto de los edificios viejos. No recuerdo si pude entrar a ella o la encontré cerrada, pues mi intuición de explorador me condujo hacia la laguna de Xaltocan, al sur de dicho barrio. Traspuse un puentecillo que atraviesa el canalito, y me perdí en una calle ancha. Quería averiguar si por ahí se podía llegar al Bosque de Nativitas ya que Xochimilco es lugar de flores y aguas: el paisaje era paradisíaco. Sin embargo, poco a poco la calle se fue estrechando, y las viviendas se hacían cada vez más modestas y desvencijadas. Desapareció una vez más el asfalto, y el terreno se volvió tortuoso. La calle terminaba intempestivamente frente a un ramal del canal dónde las trajineras se avistan a lo lejos. Comencé a desandar el camino, cuando de pronto, fui sorprendido por una jauría…

Amo a los perros. Si bien soy capaz de reconocer la hermosa estampa de estos, sé por experiencia propia que aquellos que gruñen al aproximarse a uno, sí muerden. Así, en medio de su iracunda belleza, los colmillos expuestos de los canes son señal de su carácter peligroso. Estúpidamente había yo entrado inoportunamente a su territorio, algunos gruñían en notas bajas y otros ladraban estruendosamente, otros vigilaban los alrededores desde los techos de hermosas casas pintadas de múltiples colores: entre todos me cercaron. Ante tan horrísono espectáculo, lo admito, yo estaba muerto de miedo. Nadie, absolutamente nadie se asomó de entre las destartaladas y pintorescas casas.

Aquí es dónde viene la parte que mencione al inicio; te cagas y huyes o prestas atención a los acontecimientos (realmente no tenia escapatoria y esta no es una nota muy valiente, lo reconozco)

De pronto, fue el literal “milagro”. De entre la fronda; apareció un perro diferente a la jauría. Su talante era de autoridad, sereno y callado, atravesó la formación envolvente para situarse a mi lado. De blanco pelaje, tranquilo y algo ya viejo, el noble animal se sentó en los cuartos traseros y comenzó a mover la cabeza de un lado a otro. Sus congéneres lo miraron respetuosamente, y detuvieron su marcha hacia nosotros. Los ladridos se fueron apagando. Tan pronto sucedió esto, el perro blanco comenzó a caminar decididamente hacia el Norte. Yo estaba perplejo, ante tal evento, el blanco pelaje de aquel afortunado perro me hizo recordar a mi hermoso compañero “ix”… pero ese no era momento para embelesarse con recuerdos, mi consiente me abofeteo y reaccione de inmediato, el perro comenzó la marcha. Yo lo seguí, acariciando de vez en cuando su níveo lomo, me sentía protegido. La retirada se efectuó en el más completo de los silencios. La jauría rompió la formación para dejarnos pasar, los perros en las azoteas solo miraban con atención pero sin chistar un solo ruido. Juro por todos los dioses que “algo” tenía ese callado ambiente del sabor de lo sagrado.

Una vez me hubo servido, tan discreto como llegó, mi salvador de cuatro patas desapareció. No, no literalmente; solo regreso al lugar de donde salió.

Unos cientos de metros después, el barrio recuperaba la alegría de sus casas. Pregunté a una persona que si podía llegar al Bosque de Nativitas, y me indicó que siguiese la sinuosa Avenida del Puente. Éste comunicaba con Santa Cruz Acalpixca. Al Este se encuentra Nativitas. Finalmente, al atardecer alcancé el bosque. No recuerdo qué hice ahí ese día. Por mi mente solo pasaban las imágenes de aquel acontecimiento de la mañana y recordaba con mucha nostalgia aquella historia que me contaba mi abuelo paterno cuando regresaba de trabajar; él me contaba que años atrás, para poder llegar a la casa en la colonia dónde esta su casa tenía que caminar aproximadamente kilómetro y medio ya que el transporte publico no llegaba hasta la colonia “la blanca” por su fama en altos índices de criminalidad… siempre se bajaba del autobús en un crucero de vías de ferrocarril por dónde ahora esta la estación San Rafael del tren suburbano y de ahí había que caminar entre calles hacia arriba y todas las noches, de entre las vías le alcanzaba a su paso, un perro negro que le acompañaba justo a la esquina de donde se encuentra la casa, una vez que el perro se percataba de que mi abuelo entraba a su casa, el perro le observaba desde la esquina dónde se detenía y daba la vuelta y se retiraba, esto ocurría cada vez que mi abuelo caminaba hacia casa, ya que muchas otras veces mi padre pasaba por el al centro de Tlalnepantla cuando salía temprano de trabajar y los dos llegaban juntos en el coche, mi abuelo intento varias veces invitar al perro a pasar a la casa para cuidarlo y ofrecerle comida a cambio de aquel gesto tan noble, pero aquel perro nunca acepto tales invitaciones…

Así transcurrió el tiempo, recordaba cada una de las palabras que decía mi abuelo con tanto asombro cada que nos contaba ese relato y no pude evitar quebrar en llanto debido a la vergüenza de haber puesto en duda su palabra, muchas veces lo dude, llegue a pensar que tal historia solo era un cuento para entretener a sus nietos, pero basto lo que me acababa de ocurrir para recordar y lanzar sollozos al cielo, sin poder contener mis lagrimas y comprender ese amor que me fue inculcado hacia los perros por parte de mi abuelo… el sol comenzaba a menguar, volví al barrio del centro, y después me dirigí al templo de San Bernardino de Siena, en el centro de Xochimilco. En las paredes de la enorme nave de San Bernardino, hace tiempo se descubrió una pintura de san Cristóbal. Quizá sea del siglo XVI. Aparece al modo occidental: un hombre muy musculoso, que bastón en mano, carga con trabajos a un bebé. El diminuto personaje es el niño dios, y su peso se debe a que lleva consigo los pecados del mundo. En México hay muchas poblaciones que honran a este conspicuo personaje.

En el siglo XX la jerarquía católica desconoció a san Cristóbal, y lo retiró del santoral. Me he enterado por lecturas en internet que entre los ortodoxos, a san Cristóbal se le pinta con cara de perro. Es una metonimia curiosa porque Cristóbal era extranjero, bárbaro, el hombre que habla como los perros: “barbar” es lo que expresan con sus gargantas los bárbaros. Sin embargo, ¿no es curioso que en las inmediaciones del barrio de San Cristóbal, en la tierra de nadie, y a merced de una amenazante jauría, un perro me salvase de un ataque inminente? ¿Se trata de un milagro? Indudablemente. Según los creyentes, los milagros deberían suspender las leyes de la naturaleza. ¿Se violó alguna ley de la naturaleza con la visita de aquel cancerbero blanco? No, y sin embargo, su presencia fue extraordinaria. Carl Sagan solía decir que afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias. ¿Qué prueba puedo dar de mi afirmación? Ninguna, salvo mi testimonio. Según los abogados se necesitan dos testigos para probar algo. Soy mi propio testigo, y si nadie me cree, aun así tengo la satisfacción de que aquella mañana, en circunstancias milagrosas un perro me salvó el pellejo. Tal vez un etólogo sostenga que no hay tal milagro, y que lo único que sucedió fue que desperté la simpatía del macho alfa de la manada. Sin embargo, el milagro no solo consiste en que fuese salvado por un perro, sino en que ese preciso perro llegó en el momento oportuno, en medio de una atmósfera solemne. Es la belleza del acto y del actor, además del acontecimiento mismo: poesía en acción. Un perro blanco y silencioso. El blanco es a la pureza lo que el secreto es al milagro. El silencio es el lenguaje de Dios. Pero, ¿este milagro prueba que existe el dios de los cristianos?

No, no lo creo.

La definición estándar de dios es que se trata de un ser infinitamente bueno y omnipotente. Y si es ambas cosas, ¿por qué no actúa siempre? No siempre me he salvado del mal, y he sufrido sus azotes. ¿Dónde está dios cuando lo necesitamos? El dios que yo he visto actuar a veces nos ayuda y también es capaz de abandonarnos. Al negar a san Cristóbal, ciencia y religión no agotan el milagro del mundo. ¿Qué dios envió a un perro aquella misteriosa mañana en un barrio perdido del sur de Xochimilco?

La religión recurre al mito para expresar lo inexpresable. La filosofía también es capaz de reconocer que en el mundo hay algo inexpresable. La paradoja estética es la manera en que yo lo hago. En cierta forma, hay un aspecto de mi experiencia que, siendo subjetiva es inexpresable. Se trata de un ambiente que rebasa la cotidianidad, el vulgar paso del tiempo que registra el método científico, y que por un instante, es capaz de abrir las puertas de los cielos aun a aquel que no cree en dios.

Muchas cosas pasan por mi mente, pero de todo esto; lo que puedo valorar y agradecer es haberme conectado con aquel personaje que forjo mi ser, mi abuelo paterno, siento que tuve una conexión con él y ahora las cosas ya están bien…
TECUAN