"Mejor"
Tengo un revuelo interno bien cabrón. Hace 11 meses estaba seguro, seguro, que para estas fechas todo iba a ser
"mejor".
"Mejor". Que concepto tan subjetivo,
circunstancial y variable. Qué fácil es aferrarse a algo tan intangible como es
ese infame "Mejor", y despertar todos los días apuntando a esa
abstracción. "Aguanta 8 meses más, después todo será mejor". 7 meses.
6 meses.
4 días.
¿Y luego? ¿Llega ese mítico y místico día... y
que es lo que pasa? Reajustamos el mecanismo de espera interno y apuntamos a
OTRO "Mejor". No sé si sea cosa de la raza humana o exclusivamente
mía, pero siempre se tiene que estar esperando algo. El fin de semana. El
estreno de esa película. Que regrese esa persona. La siguiente erección. La
noche para poder ir a dormir.
Siempre, siempre se espera con ansias algo que
va a ser "Mejor" que el ahora.
Que forma tan desperdiciada de vivir.
Hay excepciones. Hay momentos, escasos y raros,
que no quieres acaben. Momentos que te gustaría poder alargar hasta que
sobrescriban lo que te queda de vida.
¿Cuántos de esos hemos vivido?
¿Cuantas veces se está tan feliz, cómodo,
satisfecho y BIEN, que no buscas o esperes a ese “Mejor”?
Me cuesta trabajo recordar y recolectar más de
3 o 4 momentos así en mi vida.
Que pinche trágico.
Supongo debe ser una cuestión evolutiva. Si
estuviéramos totalmente contentos y satisfechos todo el tiempo, no lucharíamos
o ni siquiera esperaríamos por ese elusivo "Mejor". Nos
conformaríamos con lo que tenemos.
Fuck!!
Nuestro imperativo genético por nunca estar
felices es tal, que el concepto de "conformismo", de aceptar y ser
feliz con lo que se tiene, es visto de forma despectiva.
Que pinche trágico.
Cuando pasas gran parte de tus noches acostado,
viendo el techo, es difícil no dejar que el cerebro deambule, se desprenda del
sofocante silencio de la obscuridad y se escabulla por los pasajes de tu
inconsciente, haciendo que la percepción del tiempo se dilate, se encoja, se
pierda.
Acostado, así, con la almohada entre los
brazos, los ojos a veces cerrados, a veces abiertos, es cuando más vulnerable
se puede ser. Cuando el peso de todo lo que evitas sentir te cae encima, libre
de distracciones que lo mantengan ocupado. La perspectiva es otra en estas
noches de no-sueño, no sólo con el paso del tiempo, con todo. Los ángulos se
corrompen, se enchuecan, se doblan. Lo que es enteramente aguantable de día
puede hacerte apretar la mandíbula y fruncir el ceño en un mudo gesto que
quiere ser grito. El extrañar se convierte en necesitar, el desdén en odio, el
frío despego en sofocado arranque de emoción.
Y así, dando vueltas, contemplas todo los
errores que te oprimen, con la perspectiva no-sueño proyectando una macabra luz
que resalta las imperfecciones más dolorosas. Dando vueltas, enredándote en las
sabanas, no puedes evitar analizar ese insignificante detalle, esa entonación,
ese gesto, esa tácita insinuación, analizarla hasta que te das cuenta, con
respiración forzada, de que quizá no era tácita, no era insignificante.... no,
al contrario, dando vueltas llegas a la inequívoca conclusión de que eso que tanta
tranquilidad te traía, eso que de día te hace sonreír, no es enteramente
verdad, o no es cómo crees que lo es, o está a punto de acabar.
O nunca fue lo que creías.
De la nada salen preguntas que empiezan a bullir,
como burbujas insignificantes que se llenan de vapor ardiendo y crecen, crecen
hasta que toman tanto espacio que no puedes ya encontrar la forma de tronarlas,
ignorarlas, matarlas. Eventualmente explotan, sí, esparciendo vapor ardiendo en
un repentino escándalo. Instantáneo pero no efímero. Ja... ojalá algo fuera
efímero en las noches de no-sueño. Nada lo es...
TECUAN