28.9.15

TODO SERÁ "MEJOR"...

"Mejor"

Tengo un revuelo interno bien cabrón. Hace 11 meses estaba seguro, seguro, que para estas fechas todo iba a ser "mejor".

"Mejor". Que concepto tan subjetivo, circunstancial y variable. Qué fácil es aferrarse a algo tan intangible como es ese infame "Mejor", y despertar todos los días apuntando a esa abstracción. "Aguanta 8 meses más, después todo será mejor". 7 meses. 6 meses.

4 días.

¿Y luego? ¿Llega ese mítico y místico día... y que es lo que pasa? Reajustamos el mecanismo de espera interno y apuntamos a OTRO "Mejor". No sé si sea cosa de la raza humana o exclusivamente mía, pero siempre se tiene que estar esperando algo. El fin de semana. El estreno de esa película. Que regrese esa persona. La siguiente erección. La noche para poder ir a dormir.

Siempre, siempre se espera con ansias algo que va a ser "Mejor" que el ahora.

Que forma tan desperdiciada de vivir.
  
Hay excepciones. Hay momentos, escasos y raros, que no quieres acaben. Momentos que te gustaría poder alargar hasta que sobrescriban lo que te queda de vida.
¿Cuántos de esos hemos vivido?

¿Cuantas veces se está tan feliz, cómodo, satisfecho y BIEN, que no buscas o esperes a ese “Mejor”?
  
Me cuesta trabajo recordar y recolectar más de 3 o 4 momentos así en mi vida.

Que pinche trágico.

Supongo debe ser una cuestión evolutiva. Si estuviéramos totalmente contentos y satisfechos todo el tiempo, no lucharíamos o ni siquiera esperaríamos por ese elusivo "Mejor". Nos conformaríamos con lo que tenemos.

Fuck!!

Nuestro imperativo genético por nunca estar felices es tal, que el concepto de "conformismo", de aceptar y ser feliz con lo que se tiene, es visto de forma despectiva.

Que pinche trágico.

Cuando pasas gran parte de tus noches acostado, viendo el techo, es difícil no dejar que el cerebro deambule, se desprenda del sofocante silencio de la obscuridad y se escabulla por los pasajes de tu inconsciente, haciendo que la percepción del tiempo se dilate, se encoja, se pierda.

Acostado, así, con la almohada entre los brazos, los ojos a veces cerrados, a veces abiertos, es cuando más vulnerable se puede ser. Cuando el peso de todo lo que evitas sentir te cae encima, libre de distracciones que lo mantengan ocupado. La perspectiva es otra en estas noches de no-sueño, no sólo con el paso del tiempo, con todo. Los ángulos se corrompen, se enchuecan, se doblan. Lo que es enteramente aguantable de día puede hacerte apretar la mandíbula y fruncir el ceño en un mudo gesto que quiere ser grito. El extrañar se convierte en necesitar, el desdén en odio, el frío despego en sofocado arranque de emoción.

Y así, dando vueltas, contemplas todo los errores que te oprimen, con la perspectiva no-sueño proyectando una macabra luz que resalta las imperfecciones más dolorosas. Dando vueltas, enredándote en las sabanas, no puedes evitar analizar ese insignificante detalle, esa entonación, ese gesto, esa tácita insinuación, analizarla hasta que te das cuenta, con respiración forzada, de que quizá no era tácita, no era insignificante.... no, al contrario, dando vueltas llegas a la inequívoca conclusión de que eso que tanta tranquilidad te traía, eso que de día te hace sonreír, no es enteramente verdad, o no es cómo crees que lo es, o está a punto de acabar.

O nunca fue lo que creías.


De la nada salen preguntas que empiezan a bullir, como burbujas insignificantes que se llenan de vapor ardiendo y crecen, crecen hasta que toman tanto espacio que no puedes ya encontrar la forma de tronarlas, ignorarlas, matarlas. Eventualmente explotan, sí, esparciendo vapor ardiendo en un repentino escándalo. Instantáneo pero no efímero. Ja... ojalá algo fuera efímero en las noches de no-sueño. Nada lo es...

TECUAN