Hola todos, les traigo
palabras de DIOS:
¿Te consideras desgraciado porque esta mañana no sonó el despertador por culpa
de un apagón nocturno, justo el día de la entrevista?
Pero ven, dame la mano y mira en lo que te hubiera convertido ese trabajo en
sólo un año… ¿piensas ahora que has tenido mala suerte?
¿O que un apagón te ha salvado de ser un desgraciado? Pues no te confundas,
tampoco des las gracias, porque si avanzamos unos meses más observa a quien
hubieras conocido, lástima que ya no vaya a pasar ¿verdad?
Pero te aviso que el ciclo de la vida volverá a girar. Una y
otra vez. Miras donde señala cada momento la aguja de la ruleta pero no tienes
en cuenta que nunca deja de girar. Falta de perspectiva; la buena o mala suerte
sólo es falta de perspectiva.
Por ejemplo. Una llanta ponchada de la bici que te “presta” el GDF para que
deambules por las calles de la ciudad te puede salvar de llegar justo a tiempo
a un cruce donde la muerte te espera debajo de un coche que se salta un
semáforo. Ah, pero también puede ser la causa de que no llegues puntual a esa
cita
¿Quién sabe?
Sé feliz cuando algo te cause alegría y llora cuando algo te
cause pena. Pero no te lamentes por un mañana que puede no venir ni agradezcas o
nos culpes a los dioses un futuro que quizá no se te otorgue."
Dios... Tecuan
Me caga no saber qué o quién maneja esta realidad, qué o
quién teje a su antojo los cambiantes azares del tiempo, qué o quién deja
ilusionarnos como niños mientras jugamos a imaginar que estamos creando nuestro
propio mundo, un mundo del que, al fin y al cabo, no somos dueños… Y SÉ QUE NO SOY EL ÚNICO AL QUE LE CAGA.
Algunos dicen que todo se va forjando a base de golpes de suerte; otros dicen que todo está escrito, que cada uno tiene su propio destino y que, indiscutiblemente, caminamos hacia él; también hay quien otorga a las casualidades la competencia de modelar la realidad y no faltan aquellos que se abandonan admirablemente a lo que su Dios quiera disponer para ellos. Lo que cosechamos al final de una temporada es el resultado de las decisiones que tomamos en el transcurso de ella. Al asumir la responsabilidad por esas “escogencias” labramos un destino; pero cuando éste no nos gusta, entonces culpamos a la suerte, la casualidad y a la supuesta predeterminación de nuestro futuro.
Algunos dicen que todo se va forjando a base de golpes de suerte; otros dicen que todo está escrito, que cada uno tiene su propio destino y que, indiscutiblemente, caminamos hacia él; también hay quien otorga a las casualidades la competencia de modelar la realidad y no faltan aquellos que se abandonan admirablemente a lo que su Dios quiera disponer para ellos. Lo que cosechamos al final de una temporada es el resultado de las decisiones que tomamos en el transcurso de ella. Al asumir la responsabilidad por esas “escogencias” labramos un destino; pero cuando éste no nos gusta, entonces culpamos a la suerte, la casualidad y a la supuesta predeterminación de nuestro futuro.
Ningún equipo o persona es omnipotente, incólume, infalible
ni dueño total de su devenir. El entorno, los competidores y las situaciones no
previstas tienen su peso en los éxitos o fracasos. No obstante, imputarle a la
suerte el destino es un buen pretexto en manos de quienes no trabajan fuerte
para crearlo.
- “¡Yo nunca tengo suerte!”- dice quien espera que ella tome
las riendas de su vida. El azar tiene su papel; así lo dicen las leyes
estadísticas de la probabilidad, pero ocurre fuera de nuestro control e
intervención. En todo caso, según el dicho popular, la fortuna favorece a quien
trabaja.
Las casualidades existen, a todos nos pasa. Ni siquiera vale
la pena tratar de entender por qué, simplemente suceden. Son combinaciones de
circunstancias que coinciden en un tiempo y lugar. Muchos viven felices el
resto de su existencia al lado de alguien que conocieron por “casualidad”. El
error es sentarse a esperarla, el acierto es estar listos por si transita
frente a nosotros. “El éxito es el lugar donde la preparación se encuentra con
la casualidad”, reitera un conocido refrán.
Quienes se preparan para labrar su futuro, saben que la
libertad, el libre albedrío, se antepone a la creencia de que ya todo está
escrito en sus vidas. No achacan su destino a un guion con el que nacieron,
fijan sus metas y emprenden la obra. Incluso creen que “suerte” es la palabra
que usa Dios cuando quiere permanecer anónimo. Desaprovechar el ser capaces de
desarrollar los talentos puede inducir a quien sea; al limbo de la frustración
al mirar el desfile de las oportunidades, cual carrozas, sin ser capaz de
subirse a una de ellas. Trabajar con alta exigencia no garantiza el éxito; pero
crea las condiciones para aprovechar las casualidades y oportunidades.
Sabemos que sólo en el diccionario “éxito” está antes que “TRABAJO”.
LA SUERTE entonces, será la mejor amiga de quienes la necesitan para progresar;
LA CASUALIDAD será la aliada de quienes estén listos para aprovecharlas, y EL
BUEN DESTINO será el premio a las decisiones de los que aceptan ser los buenos
pilotos de su vida, de los que se dedican a “hacer que las cosas sucedan”.
No te preocupes, hoy no tienes por qué brillar; hoy no
tienes por qué ser el pilar en el que todos se apoyan; hoy tienes derecho a que
cambien las tornas. Hoy puedes dejar de sonreír, pero mañana, mañana hay que
volver a brillar.
Así que a chingarle…
TECUAN
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