26.10.12

RECICLANDO A LOS "FELPUDOS"...


Me mandaron un video por facebook y después de verlo recordé un par de teorías que he deseado compartir con ustedes.


El video es el siguiente:
                        

(Divertido y realista ¿no?)

Un hombre como yo, no puede evitar que la mujer de sus sueños no sienta atracción por él, pero lo que sí puedo impedir, es ser arrojado en canallesca jugada, al rincón de los «peluches».


Muchos se preguntarán ¿qué es un peluche? …bueno, les voy a explicar:

De acuerdo con un diccionario enciclopédico de sexualidad humana —cuyas páginas aún no se escriben— “el peluche” es aquel hombre, más pusilánime que tímido, que cultiva ingenuamente la figura del «mejor amigo» de una mujer, como paso inicial para conseguir una cópula con aquella chica que inflama su deseo carnal.


En este sentido, “el peluchismo” es un método indirecto y encubierto de seducción, inevitablemente condenado al fracaso dado que no parte de una base real, que viene siendo la atracción de la mujer, sino de una errónea percepción de progresivo enamoramiento.


Son dos las razones que dan pábulo a estas falsas expectativas de enamoramiento:


La primera, de orden mental, consiste en la equivocada creencia de que la afinidad espiritual desemboca inexorablemente en el coito...


La segunda, de orden físico, guarda relación con los mimos, abrazos y manoseos permanentemente hechos por la mujer histérica que ha tenido a bien transmutar al hombre enamorado en un “peluche”; que quiere decir esto: pues, en ser un ser negado para la sexualidad.

No olvidemos que todos los monos de peluche en sus distintas formas y colores, no tienen genitales, y que ninguna de las parafilias documentadas por la psicología clínica da cuenta de un morbo o excitación asociado al uso de juguetes felpudos.


Sin embargo, lo más lamentable de esta dramática situación es que el pobre peluchito (tú, yo, cualquier hombre que no se dé cuenta) desconoce que es un peluche. Olvidando cada uno de los crecientes y sucesivos fracasos de su metodología de cortejo. No tiene conciencia de su amor zombi. Su mente se encasilla en un optimismo enfermizo, que le hace ver el triunfo en el terreno agostado por la aridez afectiva. Al decir de un famoso verso lusitano, el peluche es gallo que canta ignorando la noche. De ahí, que se precise la intervención de un amigo para despertarlo del sueño profundo:


(Conversación entre dos amigos de confianza plena)
Amigo:¿Pero Peluchín (fulano idiota) cuántas citas llevas con esa chica?

Peluche:Creo que unas treinta salidas, pandilla. Pero tranquilo, que ya está a punto de caer. Tienes que verla; se ríe con mis chistes, se preocupa por mí y el pasado 12 de febrero me dio un regalito por el día de los enamorados y la amistad…



¡La amistad, la amistad! ¡Malhaya la amistad! ¡He ahí la estela funeraria de todo peluche! ¡He ahí la daga letal que nunca podrá ser arrancada!

Sabido es que la mayoría de las mujeres, en un acto de condenable sadismo, mantiene para su diversión personal a un elenco de hombres-peluche, que casi siempre gustan de llamar «amigos».


Seres heterosexuales que asisten en silencio a la divulgación de un amplio y ajeno anecdotario de problemas de pareja y confidencias de cama. Una variante moderna de la tortura que es complementada con una sesión de abrazos y arrumacos cargados de lascivia, que sólo terminarán cuando el peluche —más azul que un avatar, por culpa de la libido— se le ocurra el despropósito de solicitarle el “copulacho” a su histérica opresora.


Cosa que nunca ocurrirá, porque nuestro felpudo y simpático amigo no está invitado al baile del placer. Pero de llegar a asistir, en calidad de coleado o arrocero, entonces lo máximo que podría bailar sería una pieza de salsa y otra de merengue. Jamás en la vida gozaría la barriobajera gloria de un “perreo”, ya que una draconiana ley no escrita prescribe que peluche no baila pegado: sólo hace coreografía.


CONSEJO DEL TECUÁN:
Un buen comienzo en el largo camino para dejar de ser un peluche, lo constituye la práctica del «número mágico». Esta estrategia consiste en la fijación de un tope de salidas infructuosas —en términos de avances específicos— que le sirva de referencia a la persona a la hora de determinar con exactitud cuándo debe pararse el galanteo, justo antes de transformarse en un felpudo amigo.

Analiza, ¿¿cuántas veces has salido con ella a "tomar un café", "ver una peli". "darle un <<ride>>", etc.??

Si la respuesta es: más de tres veces, y aún no has conseguido nada, estas justo en esa línea delgada, entre ser su "mejor amigo y peluche" o la posibilidad de encarnarse en una aventura de épicas proporciones.

La idea es bastante buena. No olvidemos que la imposibilidad de ver recuperada en réditos amatorios la cuantiosa inversión realizada por el peluche es lo que hace de él, más que el exitoso ejecutante de un programa de inversiones, el resignado supervisor de un programa social de apoyo a las mujeres histéricas.


Peluches del mundo: ¡Despierten y reaccionen! No hagan suyos los adoloridos versos del poeta de la Rua dos Douradores:

«Contemplo, como en una extensión al sol que rompe nubes, mi vida pasada; y noto, con un pasmo metafísico, que todos mis gestos más seguros, mis ideas más claras, y mis propósitos más lógicos, no fueron, al final, más que solemne borrachera, locura natural, gran desconocimiento. Ni siquiera representé. Me representaron. Fui, no el actor, sino sólo sus gestos».



Repitan a sí mismos lo siguiente:
A partir de ahora voy a hacer lo que ningún hombre ha hecho por ti jamás.
Tolerarte si me desprecias. 
Insistir, insistir, insistir hasta que cedas, incluso ser amable, paciente y servicial. 
Mostrarte mi mejor cara, y negarte el monstruo que llevo dentro.
Estoy dispuesto ahora más que nunca a buscarte y encontrarte, ¡a ser fuerte, muy fuerte!
Y hacerte fuerte, muy fuerte, para que aprendas a quererme sin miedo.



Fue muy extraño encontrar este libro: -"Sobre la naturaleza de las cosas eróticas" de Francisco González Crussí-, en el momento indicado, pues no sabía de qué se trataba mi enfermedad y ahora lo sé.

El amor es o parece ser una enfermedad. Al hablar del amor nuestra mente nos remite a un corazón en su representación más sencilla, tal vez atravesado por una flecha... que a su vez, esto significa ¡dolor!

Pues sí, es una enfermedad dolorosa! Los síntomas parecen más bien un encantamiento, un maleficio mediante una sustancia y algunos ritos.


Lo que sucede es que cuando una persona abstrae por sus sentidos a otra y le atrae, por diversos motivos y factores personales como externos, (dije personas no sexos, nótese: gente con gente no es pecado, amén) ésta, comienza a tener todo un tipo de cambios a nivel molecular, segrega algunas sustancias endócrinas. Estas sustancias se dice que son serotonina, dopamina, endorfina y adrenalina.


Todo lo cual produce que, cuando ves a esa persona, escuchas su nombre o algo te la trae a la mente, los síntomas sean: "vasodilatación cutánea, aceleración del pulso" contracción del diafragma, por lo cual se dice que se sienten “mariposas en el estómago” y sobre todo una expresión característica de bienestar que se expresa en la cara, "el rictus", una sonrisa, afabilidad, entusiasmo y varios etc’s más.


Sin embargo, éste, el más bello de los sentimientos es una enfermedad, te adentra en su nebulosa, "la razón se nubla, los sentidos se perturban y la imaginación se deforma." A menos de que uno sepa su enfermedad, controle los síntomas, aquel arrebato, el frenesí con el que quiere "encamalgamar" a su amada!!!!!! y aparearse para mejorar la especie!!!!


....bueno... sólo entonces...


Puede uno razonar cabal y discernir, con el propósito de no resultar muy herido, luego entonces, el que sufre de amor debe salir del anonimato, "Me llamo Tecuan y sí, estoy enamorado...de (fulanita)" Entonces lo que sigue es:


1. Desangrarse. (Como todo buen hombre sabe hacerlo)
2. Pensar en los defectos de esa persona, para bajarla a tierra.
3. Hacer ejercicio.
4. Fornicar a esa persona 10 veces al día y reconsiderar que era eso lo único que se deseaba.
5. Sufrir un susto muy fuerte.
6. Beber como albañil (en su honor) en el día de la santa cruz.


Yo he optado por la opción número 3 y la número 6...

TECUAN