4.1.14

DE EL AÑO QUE LLEGA, POR EL AÑO QUE SE VA…

Ya pasó la parafernalia de dedicatorias, buenos deseos y pusilánimes propósitos de año nuevo que -SIENDO REALISTAS- se verán mermados a mediados de junio si no soy tan fatalista. Lo sé, lo sé; “ya llego el Grinch del Tecuan a blasfemar sobre el año nuevo”. Y en realidad esta vez están un poco equivocados, mi post ésta vez trata de aquellas cosas que inevitablemente se quedaron pendientes, esas cosas que juraste cumplir y jamás encontraron la luz de la realización.

Se fue un año más, ¿Cuántos asuntos pendientes se quedaron en aquél tiempo? No lo sabremos, hasta que aquella voz en nuestra conciencia los haga volar y los libere como palabra que se prende al impregnarse en nuestro pensamiento y nos los muestre como dicho que se diga, mientras se dice, no sólo mientras se piense calladamente, soterradamente, sigilosamente, penosamente. Penosamente porque vas a recordar todas esas cosas que prometiste y no cumpliste:


“siempre te voy a amar”, “siempre estaremos juntos”, “jamás te voy a lastimar”, “no lo vuelvo a hacer, lo juro”, y para no leerme tan persuasivo en los terrenos de las relaciones personales, ¿qué tal las sentencias; “no vuelvo a tomar”, “debo alimentarme mejor”, "te juro que no volverá a ocurrir", “empezaré a ahorrar”…?


¿Cuántos sentimientos atrapados, cuántas expresiones apresadas, cuántas palabras calladas, inéditas, innatas, cuántas acciones, cuanta vida se nos quedó en el intento de un mejor AÑO PASADO? 


Un último beso, una despedida, un saludo, una propuesta, una iniciativa, una llamada, una contestación. Un tintero y su tinta, UNA HOJA EN WORD (entiéndase; -nuevo documento en blanco-) jamás iniciada. Y en ella, la vida que no fue, como un río que fluye en el subterráneo y no se ve ni se escucha el caudal a su paso porque no se atrevió escapar de su encierro, se quedó en esa cueva llamada indecisión. Un tiempo que se consumió y consigo se llevó todas las oportunidades, todos los puertos y sus barcas, todas las salidas con sus entradas, todas las ventanas y sus vientos, todos los anhelos que enterrados fueron entre los restos de un suspiro que se nos atoró en un instante, en el del ansia, en el del ego, en el de la envidia, en el del miedo.


La vida que pasó frente a nosotros y que dejamos ir en forma de múltiples oportunidades.


Hace unos días, todo era abrazos, buenos deseos, felicitaciones, esperanza, regalos, la cena, la fiesta... y de pronto, todo termina; regresamos del sueño decembrino y del “nuevo ciclo” a la realidad martirizante que nos vuelve a separar. ¿No ocurrió así el año pasado también?

Y entonces, los sueños se esfuman y quedan olvidados en algún cajón junto con los abrazos, los buenos deseos, las felicitaciones, la esperanza, los regalos, la cena, la fiesta... hasta el próximo fin de año.

Las calles vuelven a oscurecerse. Las luces de “amor y esperanza” se apagan. Los regalos parecen esfumarse cuando estos carecen del aura mágica del buen deseo. Y las buenas intenciones van desapareciendo conforme pasan los meses. Hasta que llegamos otra vez, al próximo diciembre con las manos vacías, con la ansiedad en la garganta, y vuelven a aparecer las luces de esperanza y con ellas, el ciclo se repite... El mundo vive una crisis profunda de decepción y apatía.


Ok, ok… hasta aquí todo parece un libro de escritor maldito que nunca tuvo regalos en navidad. Bueno, no están tan equivocados, pero el punto es que los tiempos en los que estamos viviendo no permiten que las alegorías se extiendan a tiempos indefinidos. Las personas optimistas sostienen que en realidad, festejan estar vivos un año más (casi cómo lo que se hace en un cumpleaños, pero no tan de manera individual, éste es un “cumpleaños” mundial), lo cuestionable es que solo se acuerden de festejarlo una vez por año.

El curso natural de la vida supone cambios.

Lo mismo pasa con los propósitos de año nuevo. El energético arranque disminuye, fastidia, aburre y se convierte en un pusilánime ensayo que termina, si bien nos va, en el mes de marzo.

Y digo esto, porque muchas personas logran entender la vida cuando están en alguno de los dos extremos de ella, en el medio nos pasamos tomando decisiones para arreglar las cagadas que provocaron esas mismas decisiones. Algo así como un “error de redundancia cíclica”.

A medida que vamos acumulando meses en la vida, tenemos la percepción de que los años pasan más rápido, la explicación más racional sería que mientras crecemos, cada año representa menos, proporcionalmente, en el total de nuestra vida.


Si bien el tiempo siempre es el mismo (ya que en realidad es una ilusión contarlo), lo que varían son los estímulos que ocurren en él, porque vivir es sentir emociones.

La infancia nos pareció eterna, porque los recuerdos son variados, porque toda experiencia era nueva. Actualmente los días se repiten y los objetivos que nos autoimponemos son materiales y tan efímeros como las satisfacciones que nos provoca alcanzarlos. Conforme crecemos y nos abocamos a “llegar a tal edad con la vida hecha”, nos dedicamos a desperdiciar el tiempo en trabajar para intentar comprar esa vida que ya nos pautaron como era. Todos asumimos los mismos 3 o 4 parámetros sociales como únicos caminos “correctos” y creemos que la vida se reduce a tener cosas y formalizar vínculos.

Podemos entonces tomarnos un tiempo y preguntarnos, ¿qué chingados es tener la vida hecha para nosotros?, o podemos seguir las flechas, conseguirlo, darnos cuenta que en realidad vivimos equivocadamente un modelo decidido por otros y sacarle el signo de interrogación a esa pregunta. Los años pasan más rápido cuando son todos iguales, cuando son un “ctrl+c” y “ctrl+v” de otras vidas, levantarse, ir a la oficina, comer y mirar la tele todos los días, la misma rutina. Nosotros y la vida moderna que abrazamos, somos los culpables de que los años pasen rápido, porque la rutina no emociona, no diferencia los días y nos aleja permanentemente de la necesaria improvisación de la vida. Supongo que en la última etapa nos sacudirá un poco la obligatoriedad de la muerte, nos empujará a volver a sentir emociones, como en la infancia, pero está vez regidos por la teoría de la escasez y esa sensación de “esto se termina, agarra lo que puedas antes de irte”.

Lo aburrido pasa lento, los días iguales pasan lentos, lo paradójico es que ésta monotonía sea lo que no te deja distinguir un año de otro y sea la misma que hace volar los años que vamos contando.

Aquí tienen un nuevo tintero. Sólo falta la pluma, la del ganso, la del cuervo, la del cóndor, la de la libertad. La pluma de la vida, la que canta, la que señala, la que ensueña y enseña, la que en el tintero entra y rescata esas oportunidades escapadas, los puertos y las barcas, las salidas y las entradas, las ventanas y los vientos y los anhelos…


La pluma, la misma pluma que nos hace volar escribiéndonos en la faz de éste tiempo que se renueva, como año nuevo, como ganas de empezar otra vez, pero esta vez mejor, esta vez más ligeros, esta vez más alegres, como “hombres y mujeres de buena voluntad”.



Así lo veo desde mi mundo de letras. El tintero es tu vida, el lienzo, la hoja en blanco; es el mundo en dónde te encuentras… la pluma, la de ganso, la de cuervo, la de cóndor, la de güila o de gallina, eres tú. ¿Qué vas a escribir para éste año?

Mira allá afuera, ¿lo viste? pasó otro día igual al de ayer, y no volverá jamás.
TECUAN

5 comentarios:

  1. Anónimo4.1.14

    Para variar excelente lectura, creo que con todo lo escrito hasta ahora podrías inciar el proyecto de un libro formalmente, pienso yo.

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    1. Muchas gracias "anónimo", ya estoy trabajando en ello.

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  2. Anónimo6.1.14

    No pues....... cuando una piensa que es grinch y que la felicidad mundana (esa que inunda a las almas simples) no es para mi, siempre se puede leer tu blog y darse cuenta que hay unos aún más grinch jajajajajajaja. Después de leer tus entradas en este blog y de las múltiples charlas que hemos tenido en distintas situaciones y circunstancias me doy cuenta que debes manejarte en un círculo social que definitivamente no conozco y supongo que no lo haré nunca: Un círculo donde como bien dices las cosas materiales son una escala de medición exacta de tu madurez, éxito y calidad como persona. Siempre me hablas de mi zona de confort (normalmente me haces una fuerte recomendación para que salga de ella), y supongo que este escrito tiene mucho de eso. Eso que mencionas que empezamos con mucho ánimo cada nuevo año para que todos esos propósitos se vayan diluyendo con el pasar de los días es cierto, pero yo creo que en todo caso el error está en desear o planear cosas que realmente no necesitamos/queremos, porque estás de acuerdo que cuando realmente quieres algo lo haces y ya, sin planearlo: Te da una crisis de diabetes y a fuerza comes mejor, te duele el pecho y haces ejercicio diario, te echas una deuda y estiras el dinero para pagarla. ¿Qué tendríamos que hacer esto (y otras cosas más) de manera constitutiva y profiláctica? puede ser, porqué esperamos a tener presión para hacerla la mayoría de las cosas? no lo sé, muchos dirán que esa es una conducta asociada a haber nacido en este país, yo me permito dudarlo. Mi punto en el que coincido parcialmente contigo es que nos clavamos en eso de los propósitos de año nuevo, insisto en que no aprenderás inglés hasta que no tengas la verdadera necesidad de hacerlo! Y esa necesidad no tiene que necesariamente responder a una razón o carencia específica, si no simplemente darnos una satisfacción (no sé si expliqué mi punto, como que amanecí muy chorera jajaja).
    Por otro lado, ¿qué si al llegar el 3 de enero todo vuelve a la normalidad (o rutina como tú lo llamas) y nadie se acuerda de las felicitaciones, abrazos, esperanza y fé de los días anteriores?? No importa!!!! al final la época cumplió con su cometido: promover un cambio en tu conducta habitual!! Desde abrazar al tipo de tu trabajo que nunca pelas hasta ver a algún familiar lejano que hace años que no veías. Tienes razón: en esta época todos nos volvemos un poco más hipócritas y optimistas que de costumbre...bueno, unos más que otros, pero insisto, ¿no son estos 15 días un respiro, para al menos estar más tiempo con la familia? ¿no es esta pausa para ser el mundo de caramelo donde todos somos buenos una especia de soma social que a TODOS nos hace falta? Me conoces, y aunque en menor grado (obviamente) no comulgo mucho con estas fechas, me hastía ver la comercialización de toda la época, pero ahora a mis 31 años, me doy cuenta que si estos 15 días sirven para que la gente recargue un poco su alma de fé en todo: la vida, el trabajo, los hijos, el sacrificio por ver felices y orgullosos a los que te quieren, pues entonces para mi vale la pena soportar tanto villancico, romerito, bacalao y comerciales baratos. Date chance de ser "normal" estos días y disfruta que te etiqueten en fotos de buenos deseos con otras 15 millones de personas, total, tienes (tenemos) toooooooodo el año para ser suspicaz, anarquista, analítico, liberal, cínico, sabelotodo y rompe-reglas y rompe-estereotipos. no crees? El próximo año, te invito al Starbucks para que tengas un vasito navideño, nomás porque es navidad jajajaja. Besitos moxxo!! (sí, aún con los dos puntos anteriores, me quieres) FELIZ AÑO!

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    1. No lo niego querida, te quiero y más cuándo haces comentarios tan nutridos y certeros. Gracias por leer, estar y todo lo demás.

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