Yo también odio al magisterio
Extraído de (EL CHICOTE)
Los odio porque cierran las calles por las cuales no transito.
Los odio porque no me dejan llegar a tiempo al trabajo, que por cierto, detesto.
Los odio porque afectan los comercios y tiendas en las que yo no compro, porque no me alcanza el salario.
Los odio porque se quejan cuando yo no puedo hacerlo.
Los odio porque protestan cuando a mí me da miedo.
Los odio porque se organizan cuando a mí los patrones no me dejan.
Los odio porque miran de frente a sus enemigos cuando yo sólo puedo agachar la cabeza.
Los odio porque defienden sus derechos cuando a mí ya no me queda ninguno.
Los odio porque no tienen miedo.
Los odio porque no se dejan.
Los odio porque soy mezquino, individualista, timorato, agachón, silente y traidor.
Los odio porque no quieren trabajar en las mismas condiciones que yo.
Los odio porque se niegan a vivir de un trabajo miserable como el mío.
Los odio porque defienden algo tan noble como la educación pública, gratuita, laica y obligatoria.
Los odio porque se oponen al dios omnipresente y omnipotente llamado “mercado”.
Los odio porque se niegan a lucrar con los niños y las niñas del país.
Los odio porque tienen la razón.
Pero sobre todo, las odio y los odio, porque me han dicho que eso debo hacer. Porque mi criterio no me permite discernir entre la bondad y la maldad, entonces, espero que otros y otras me digan qué tengo que pensar, qué tengo que decir, contra quién tengo dirigir mi cólera, a quién tengo que atacar, a quién debo traicionar. Las odio y los odio, porque dicen todo lo que yo he querido decir, hacen todo lo que yo he querido hacer… pero no me atrevo.
Los odio porque no me dejan llegar a tiempo al trabajo, que por cierto, detesto.
Los odio porque afectan los comercios y tiendas en las que yo no compro, porque no me alcanza el salario.
Los odio porque se quejan cuando yo no puedo hacerlo.
Los odio porque protestan cuando a mí me da miedo.
Los odio porque se organizan cuando a mí los patrones no me dejan.
Los odio porque miran de frente a sus enemigos cuando yo sólo puedo agachar la cabeza.
Los odio porque defienden sus derechos cuando a mí ya no me queda ninguno.
Los odio porque no tienen miedo.
Los odio porque no se dejan.
Los odio porque soy mezquino, individualista, timorato, agachón, silente y traidor.
Los odio porque no quieren trabajar en las mismas condiciones que yo.
Los odio porque se niegan a vivir de un trabajo miserable como el mío.
Los odio porque defienden algo tan noble como la educación pública, gratuita, laica y obligatoria.
Los odio porque se oponen al dios omnipresente y omnipotente llamado “mercado”.
Los odio porque se niegan a lucrar con los niños y las niñas del país.
Los odio porque tienen la razón.
Pero sobre todo, las odio y los odio, porque me han dicho que eso debo hacer. Porque mi criterio no me permite discernir entre la bondad y la maldad, entonces, espero que otros y otras me digan qué tengo que pensar, qué tengo que decir, contra quién tengo dirigir mi cólera, a quién tengo que atacar, a quién debo traicionar. Las odio y los odio, porque dicen todo lo que yo he querido decir, hacen todo lo que yo he querido hacer… pero no me atrevo.
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