Creo que ya les había contado que tengo esa
mala costumbre de activar el “modo crucero” cuando las cosas andan de un modo
inefable, esto es; cuando mi estado mental y/o emocional, carecen de niveles
adecuados que me permitan lograr algún tipo de convivencia con simples mortales
(como ustedes), pues mi instinto de supervivencia, mi instinto “animal” me
obliga a huir, me aleja y escapo a “otros mundos”, a otras realidades, a nuevos
aires que le den la calma a mi mente y a mi pensar para encontrar un equilibrio
que me permita volver a estar entre (todos ustedes) simples mortales y
terrícolas desperdiciados…
Recientemente esa necesidad de abrazarme a la
soledad se ha vuelto imperativa ya que hay cosas a las que mi mente -mi corazón
incluso-, se resisten entender o me niego darles libertad de hacer, y ante la
impotencia de no poder controlarlas he descubierto que el mejor remedio para
enfrentar las cosas (aunque parezca lo contrario) es tomar una ruta de escape y
auto liberarme, encontrarme con aquel ser misterioso que muchas veces toma mis
decisiones, controla mis pensamientos y a la vez pedirle ayuda para dilucidar
mis ideas. (¿Dios?… tal vez, si gustan llamarle así al creador intelectual de
esta aventura que le ocurrió al Tecuán)…
Pues bien, déjenme contarles una aventura muy
interesante que ha puesto en alerta mis instintos e ideas respecto a las
fuerzas “ocultas y misteriosas” que rigen o deambulan en nuestro devenir sin
que nos demos cuenta, hasta de repente por alguna circunstancia; se
manifiestan, por error o a propósito pero se manifiestan y ¿uno que hace cuando
le toman por sorpresa? Hay de dos sopas;
1.- te cagas y huyes
1.- te cagas y huyes
2.- observas, analizas y creas un post
Yo opte por lo segundo…
Esos días eran propicios días de descanso (obligado),
tome mi mochila, mi cámara y mi celular con un buen repertorio de música, los
restos de dinero que me quedaban y hui…
Transición… (Música de viajero con mochila al hombro)
Una vez conseguido el primer objetivo; avieso tomo
mi vehículo y comienzo a conducir sin rumbo fijo… (Suena muy mamón, pero las
mejores experiencias me han ocurrido cuándo he dejado fluir la improvisación) ensimismado
en los mismos pensamientos de los días recurrentes, sus palabras taladraban mi
cabeza constantemente;
- "Qué poca madre Jesús!! Déjame en paz, no me busques más, no quiero verte más, no
confío en ti… ojalá aprendas la lección!!!!"
Tales frases taladraban una y otra vez mis
oídos, retumbaban en mi mente como en una sala de audio con acústica perfecta
haciendo eco en todos los rincones, en toda su periferia… intentaba soslayar
esos pensamientos con la música contenida en mi Blackberry de Nextel, já, (lo
siento, me pagan por el comercial)
…no me di cuenta en qué momento la carretera,
dejo de ser carretera y se volvió autopista, la mañana se volvió atardecer, el vehículo
seguía consumiendo combustible y kilometraje, la tarde se volvía noche, después
de un par de horas de seguir avanzando el sueño fue vencido con música de Led
Zeppelín, Black Sabbat, Kings of Leon y aquellas canciones que me ha enseñado
la vida en momentos estratégicos, más de ocho horas de camino, sin escalas,
clima seco, mucho calor, peñascos, cumbres, mucho frio, lluvia intensa, granizo
en algunas partes y tempestad infinita por otras, deseando con todo el corazón
estar ahí en medio de la tormenta, sí; quisiera salir y recibir toda la furia
de la tormenta directo en mi pecho, que su ira chocara contra la mía, que el
peso y la temperatura fría del agua calmaran este dolor que recorre mi pecho y
mi estómago, volviendo la respiración dolorosa e insoportable… Sería como darle
la cara a dios y preguntarle de una buena vez lo que siempre he querido
recibiendo una respuesta instantánea.
No obstante, me causan algo de temor los rayos,
no por la descarga eléctrica que conlleva, sino que, no sé cuándo van a caer ni
en dónde. No es el estruendo ni el choque, es la incertidumbre de algo que me
podría hacer daño, me gusta tener el control de las cosas que creo que
representan un peligro para mí. Supongo que se podría aplicar también esa
teoría en mis relaciones sentimentales…
Fue precisamente el estruendo de aquellos
relámpagos los que me regresaron de la fantasía de enfrentarme a la tormenta,
retar a Dios y obtener respuestas, como aquella escena en “Forrest Gump” dónde
el Teniente “Dan” encara a Dios envueltos en aquel Huracán que sobrevivieron y
les trajo fortuna…
Sueños, sueños y más sueños…
Pero los sueños se ven una vez más interrumpidos por el anuncio de la llegada a mi destino no previsto… el clima es perfecto en esta temporada del año, simplemente en esta región el clima es el que se le da la gana, la humedad es densa y el calor solo es un buen compañero de viaje, no te exige nada. A las primeras horas de una madrugada fresca salgo del auto, sigiloso, atento, el estado es hermoso mas no todas las personas que habitan ahí lo son…
¿En dónde estoy?
Recibo múltiples ofertas de transporte,
hospedaje “económico” y planes turísticos a las zonas más “distinguidas” de
aquellos lugares, pero ninguno me atrae ya que es imprescindible aquella
sensación que otorga el estar completamente solo, excepto con los árboles, las
aves, un río caudaloso quizá y aunque esta vez no estarán conmigo, aquellos cuervos
en los árboles celebrando su libertad y aquel curioso perro"sonriente" del que no he vuelto a saber en largo rato.
Aquel encuentro con lo desconocido en esas tierras
hermosas, rodeado de gente buena y no tan buena me inspiran, mis musas dormidas
por no se cuanto tiempo comienzan a despertar y regalarme frases enlazadas,
tomo mi cuaderno y comienzo a escribir sentado en una banca de un parque no muy
conocido ni concurrido y es así como escribiendo esto que ahora estas leyendo,
pasan las horas de aquella mañana cálida y amistosa…
La tarde llega, el sol comienza a ceder y mis
penurias son saciadas, reviso y corrijo los detalles detectados en toda esa
sarta de ideas impresas, leo en voz alta y me convence la trama, irónico habría
sido que alguna de las aves que se encontraba volando en aquel parque cagara
sobre mi libreta de ideas manifestando su punto de vista sobre las cosas ahí
escritas… la simple idea de que eso ocurriera me regreso a la realidad, tomo
mis cosas, ¿cuanto tiempo ha pasado desde que me deje llevar por las musas de
la palabra?
Es tarde ya, seguí caminando, buscando algún
alojamiento acorde a mi presupuesto y estado emocional. Y es aquí donde
comienza la verdadera travesía del Tecuan…
¿Les dije al principio que no llevaba “suficiente
dinero”? creo que sí, revise mis bolsillos, hice un balance de entradas y
salidas, ninguna entrada de dinero, solo salidas; entre gasolina y casetas
apenas tenia lo justo para regresar y en dado caso, emplear a la “diabla”, mi
camioneta, como habitación para pasar la noche, no sería la primera vez, pero
la idea de las dos veces que fui victima de la delincuencia me hace dudar, sé
en que estado de la república estoy pero no tengo idea del municipio, es nuevo
para mí y no quiero arriesgarme, es hora de regresar.
Retomo el camino de regreso a la cuidad de México,
tomando en cuenta el tiempo que me tomo llegar ahí y considerando la hora de
volver; calculo que estaré en la ciudad de México nuevamente a tempranas horas
de la mañana, ¿qué más da? ya tengo lo que quería, inspiración para escribir
una entrada más y alimentar mi blog y este insaciable ego por ser escuchado,
por darme a conocer…
Esta vez, el camino de regreso me cobro nueve
horas de valioso tiempo, el sueño era fulminante a esas horas de la madrugada,
manejo en un estado crítico y peligroso, me dejo llevar por las avenidas que se
ven menos transitadas y no sé cómo, ni en que momento tome la desviación que me
condujo a un lugar emblemático de la ciudad de México; Xochimilco.
Llegue al centro, donde esta el mercado y
llegue a la hora en que apenas comienzan a salir los comerciantes, encontré un
buen lugar para estacionarme y poder dormir un par de horas antes de terminar
en tragedia mi aventura… motor apagado, ventanas cerradas, seguros activados,
cosas de valor o llamativas bien escondidas, a dormir; hasta que la asfixia por
el calor de un sol que aun no se atrevía a salir no me lo permita más…
Duermo un par de horas, me despierta el ruido de
la gente, ya esta bien entrada la mañana y las actividades de comercio,
comienza la verdadera travesía, salgo del auto, sin mi cartera, sin mi cámara,
sin el celular… todo parece irse “elucubrando” para concebir una verdadera
novela de misterio.
Siempre he creído que la ciencia parte del
supuesto, más o menos disfrazado, de que todas nuestras experiencias
“extraordinarias” pueden explicarse en términos lógicos o científicos. Por su
parte, la obligación moral nos exige que seamos veraces en nuestras
declaraciones. De hecho, la ley lo exige. Estas dos últimas afirmaciones entran
en contradicción con la primera. Por lo tanto, la ciencia nos exige la
insinceridad.
Precisamente con esto que digo trataré de
explicar lo antes expuesto. Al tomar camino entre calles y callejones, viveros
y embarcaderos, después de un buen rato de haber analizado lo escrito, mi
instinto aventurero me llevó a un barrio desconocido (para mí, por supuesto). La
capilla de esa localidad no es diminuta, pero tiene el encanto de los edificios
viejos. No recuerdo si pude entrar a ella o la encontré cerrada, pues mi
intuición de explorador me condujo hacia la laguna de Xaltocan, al sur de dicho barrio.
Traspuse un puentecillo que atraviesa el canalito, y me perdí en una calle
ancha. Quería averiguar si por ahí se podía llegar al Bosque de Nativitas ya que Xochimilco es lugar de flores y
aguas: el paisaje era paradisíaco. Sin embargo, poco a poco la calle se
fue estrechando, y las viviendas se hacían cada vez más modestas y
desvencijadas. Desapareció una vez más el asfalto, y el terreno se volvió
tortuoso. La calle terminaba intempestivamente frente a un ramal del canal
dónde las trajineras se avistan a lo lejos. Comencé a desandar el camino,
cuando de pronto, fui sorprendido por una jauría…
Amo a los perros. Si bien soy capaz de reconocer
la hermosa estampa de estos, sé por experiencia propia que aquellos que gruñen
al aproximarse a uno, sí muerden. Así, en medio de su iracunda belleza, los
colmillos expuestos de los canes son señal de su carácter peligroso. Estúpidamente
había yo entrado inoportunamente a su territorio, algunos gruñían en notas
bajas y otros ladraban estruendosamente, otros vigilaban los alrededores desde
los techos de hermosas casas pintadas de múltiples colores: entre todos me
cercaron. Ante tan horrísono espectáculo, lo admito, yo estaba muerto de miedo.
Nadie, absolutamente nadie se asomó de entre las destartaladas y pintorescas
casas.
Aquí es dónde viene la parte que mencione al
inicio; te cagas y huyes o prestas atención a los acontecimientos (realmente no
tenia escapatoria y esta no es una nota muy valiente, lo reconozco)
De pronto, fue el literal “milagro”. De entre
la fronda; apareció un perro diferente a la jauría. Su talante era de
autoridad, sereno y callado, atravesó la formación envolvente para situarse a
mi lado. De blanco pelaje, tranquilo y algo ya viejo, el noble animal se sentó en
los cuartos traseros y comenzó a mover la cabeza de un lado a otro. Sus
congéneres lo miraron respetuosamente, y detuvieron su marcha hacia nosotros.
Los ladridos se fueron apagando. Tan pronto sucedió esto, el perro blanco
comenzó a caminar decididamente hacia el Norte. Yo estaba perplejo, ante tal
evento, el blanco pelaje de aquel afortunado perro me hizo recordar a mi
hermoso compañero “ix”… pero ese no era momento para embelesarse con recuerdos,
mi consiente me abofeteo y reaccione de inmediato, el perro comenzó la marcha. Yo
lo seguí, acariciando de vez en cuando su níveo lomo, me sentía protegido. La
retirada se efectuó en el más completo de los silencios. La jauría rompió la
formación para dejarnos pasar, los perros en las azoteas solo miraban con
atención pero sin chistar un solo ruido. Juro por todos los dioses que “algo”
tenía ese callado ambiente del sabor de lo sagrado.
Una vez me hubo servido, tan discreto como
llegó, mi salvador de cuatro patas desapareció. No, no literalmente; solo regreso
al lugar de donde salió.
Unos cientos de metros después, el barrio
recuperaba la alegría de sus casas. Pregunté a una persona que si podía llegar al Bosque de Nativitas, y
me indicó que siguiese la sinuosa Avenida del Puente. Éste comunicaba con Santa Cruz Acalpixca.
Al Este se encuentra Nativitas.
Finalmente, al atardecer alcancé el bosque. No recuerdo qué hice ahí ese día. Por
mi mente solo pasaban las imágenes de aquel acontecimiento de la mañana y
recordaba con mucha nostalgia aquella historia que me contaba mi abuelo paterno
cuando regresaba de trabajar; él me contaba que años atrás, para poder llegar a
la casa en la colonia dónde esta su casa tenía que caminar aproximadamente
kilómetro y medio ya que el transporte publico no llegaba hasta la colonia “la
blanca” por su fama en altos índices de criminalidad… siempre se bajaba del autobús
en un crucero de vías de ferrocarril por dónde ahora esta la estación San Rafael
del tren suburbano y de ahí había que caminar entre calles hacia arriba y todas
las noches, de entre las vías le alcanzaba a su paso, un perro negro que le
acompañaba justo a la esquina de donde se encuentra la casa, una vez que el
perro se percataba de que mi abuelo entraba a su casa, el perro le observaba
desde la esquina dónde se detenía y daba la vuelta y se retiraba, esto ocurría cada
vez que mi abuelo caminaba hacia casa, ya que muchas otras veces mi padre
pasaba por el al centro de Tlalnepantla cuando salía temprano de trabajar y los
dos llegaban juntos en el coche, mi abuelo intento varias veces invitar al
perro a pasar a la casa para cuidarlo y ofrecerle comida a cambio de aquel gesto
tan noble, pero aquel perro nunca acepto tales invitaciones…
Así transcurrió el tiempo, recordaba cada una
de las palabras que decía mi abuelo con tanto asombro cada que nos contaba ese
relato y no pude evitar quebrar en llanto debido a la vergüenza de haber puesto
en duda su palabra, muchas veces lo dude, llegue a pensar que tal historia solo
era un cuento para entretener a sus nietos, pero basto lo que me acababa de
ocurrir para recordar y lanzar sollozos al cielo, sin poder contener mis
lagrimas y comprender ese amor que me fue inculcado hacia los perros por parte
de mi abuelo… el sol comenzaba a menguar, volví al barrio del centro, y después
me dirigí al templo de San
Bernardino de Siena, en el centro de Xochimilco. En las paredes de la
enorme nave de San
Bernardino, hace tiempo se descubrió una pintura de san Cristóbal. Quizá
sea del siglo XVI. Aparece al modo occidental: un hombre muy musculoso, que
bastón en mano, carga con trabajos a un bebé. El diminuto personaje es el niño dios,
y su peso se debe a que lleva consigo los pecados del mundo. En México hay
muchas poblaciones que honran a este conspicuo personaje.
En el siglo XX la jerarquía católica
desconoció a san Cristóbal, y lo retiró del santoral. Me he enterado por
lecturas en internet que entre los ortodoxos, a san Cristóbal se le pinta
con cara de perro. Es una metonimia curiosa porque Cristóbal era extranjero,
bárbaro, el hombre que habla como los perros: “barbar” es lo que expresan con
sus gargantas los bárbaros. Sin embargo, ¿no es curioso que en las
inmediaciones del barrio de San Cristóbal, en la tierra de nadie, y a merced de
una amenazante jauría, un perro me salvase de un ataque inminente? ¿Se trata de
un milagro? Indudablemente. Según los creyentes, los milagros deberían
suspender las leyes de la naturaleza. ¿Se violó alguna ley de la naturaleza con
la visita de aquel cancerbero blanco? No, y sin embargo, su presencia fue
extraordinaria. Carl Sagan solía decir que afirmaciones extraordinarias exigen
pruebas extraordinarias. ¿Qué prueba puedo dar de mi afirmación? Ninguna, salvo
mi testimonio. Según los abogados se necesitan dos testigos para probar algo.
Soy mi propio testigo, y si nadie me cree, aun así tengo la satisfacción de que
aquella mañana, en circunstancias milagrosas un perro me salvó el pellejo. Tal
vez un etólogo sostenga que no hay tal milagro, y que lo único que sucedió fue
que desperté la simpatía del macho alfa de la manada. Sin embargo, el milagro
no solo consiste en que fuese salvado por un perro, sino en que ese preciso
perro llegó en el momento oportuno, en medio de una atmósfera solemne. Es la
belleza del acto y del actor, además del acontecimiento mismo: poesía en
acción. Un perro blanco y silencioso. El blanco es a la pureza lo que el
secreto es al milagro. El silencio es el lenguaje de Dios. Pero, ¿este milagro
prueba que existe el dios de los cristianos?
No, no lo creo.
La definición estándar de dios es que se trata
de un ser infinitamente bueno y omnipotente. Y si es ambas cosas, ¿por qué no
actúa siempre? No siempre me he salvado del mal, y he sufrido sus azotes.
¿Dónde está dios cuando lo necesitamos? El dios que yo he visto actuar a veces
nos ayuda y también es capaz de abandonarnos. Al negar a san Cristóbal, ciencia
y religión no agotan el milagro del mundo. ¿Qué dios envió a un perro aquella
misteriosa mañana en un barrio perdido del sur de Xochimilco?
La religión recurre al mito para expresar lo
inexpresable. La filosofía también es capaz de reconocer que en el mundo hay
algo inexpresable. La paradoja estética es la manera en que yo lo hago. En
cierta forma, hay un aspecto de mi experiencia que, siendo subjetiva es
inexpresable. Se trata de un ambiente que rebasa la cotidianidad, el vulgar
paso del tiempo que registra el método científico, y que por un instante, es
capaz de abrir las puertas de los cielos aun a aquel que no cree en dios.
Muchas cosas pasan por mi mente, pero de todo
esto; lo que puedo valorar y agradecer es haberme conectado con aquel personaje
que forjo mi ser, mi abuelo paterno, siento que tuve una conexión con él y
ahora las cosas ya están bien…
TECUAN
Como siempre muy buena lectura, inspira, te muestra y de a poco poco conocemos. Felicidades
ResponderBorrarHey amigo! con razón ya tiene rato que no te veia jajaja. Después de leer tu interesante post no puedo dejar de pensar en esa frase de Albert Einstein que dice algo como : "Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.", creo saber en que grupo de esta dicotomía encajas tú. Leerte me ayudó a recordar lo soberbia que soy la mayor parte del tiempo, así que gracias :) Espero verte pronto. Por cierto: Feliz Navidad! Besos
ResponderBorrar
ResponderBorrarLos llaman los mejores amigos del hombre, creo que los perros saben muchas cosas de nosotros!, nos cuidan y tienen una forma de ver la vida que aún no alcanzamos a comprender, solo tenemos ideas imprecisas, realmente estoy convencida que hay algo de místico en los canes y no creo que sea al azar (ya sabes universo dad) que el ser humano tenga una convivencia repetitiva con estos seres vivos!!
Son fan de los perros, y creo que hay una sociedad de perros adjunta a nuestra realidad que propicia leyes que se hacen respetar en situaciones como tú, alguien, solo sin conocerlos, invadiendo algo, jajaja que hace que se respeten algunos acuerdos universales, que solo me estoy imaginando porque no los conozco.
Un ejemplo más de situaciones bizarras en donde actúas..
Espero encontrar algo mas y que me inspire a seguir adelante..
Gracias..